Interesante...


 

 

 

La historia del ajedrez, como todas las historias que acompañan la actividad del hombre a través de su tránsito evolutivo, no sólo que es apasionante, sino también se ha prestado y se presta a diversas e interesantes interpretaciones; las que por supuesto deben (o debieran) ser contextualizadas de acuerdo a las diversas épocas de que se trate. Esto dicho, es claro, entendiendo la historia desde una concepción dialéctica, de una búsqueda incesante y no desde posiciones dogmáticas que encorsetan, o niegan, el debate enriquecedor, no ya sólo de los hechos en sí, sino también el de las ideas. Pienso que despegar los sucesos de la historia, de los aspectos sociológicos, filosóficos, políticos, económicos, en fin culturales, es cuanto menos una simplificación infantil.

 

Creo que cabe esta breve reflexión, para poder comprender mejor el espíritu que anima el intento de, al menos, acercarnos a la verdad ajedrecística en cuanto a los sucesos diversos en que se encuadraron las circunstancias y hechos de lo que historiadores e investigadores han escrito y descripto, en diversas épocas, en torno a los jugadores de ajedrez que han sido considerados como los mejores de su tiempo y por ello, en ocasiones, se los ha mencionado como campeones mundiales del noble arte ajedrecístico. Por supuesto me refiero a mucho antes de la creación, en 1924, de la Fédération Internationale des Échecs (FIDE), pues, de alguna manera, esta organización mundial del ajedrez dio término a la arbitrariedad que bloqueaba el ascenso de algunos jugadores o fijaba pautas económicas, organizativas y reglamentarias muy difíciles de franquear.

El sólo hecho de que quien poseía el título se sentía dueño absoluto del mismo era un obstáculo, en ocasiones insalvable, para quienes se sentían con derecho a la franca disputa del mismo.

 

Todos sabemos que con los vivificantes aires que la humanidad respiraba con el Renacimiento, aventando estos las tétricas sombras del oscurantismo que abrumó y embruteció a los hombres durante un milenio, retrasando su evolución drásticamente, fue el disparador, con sus ideas humanistas* para que, entre otras actividades del hombre, el ajedrez se beneficiara (así como en las artes y las ciencias) rompiendo con los cepos impuestos durante la Edad Media que había ocultado o tergiversado el genuino sentido de la verdad.

En tal época vemos el surgimiento de destacados jugadores que contribuyeron al desarrollo cualitativo del ajedrez, ya sea mediante las ideas desplegadas en sus partidas como en los tratados producidos a partir de las mismas. También la estructura del juego en si se modificó notablemente adaptándose a la liberalización sociológica… en fin, a las nuevas concepciones filosóficas y artísticas que imperaban con la nueva luz.

Como no podía ser de otra manera, era parte intrínseca de tal evolución, la arquitectura del juego se modificó substancialmente; dos piezas del ajedrez mutaban para, entre otras

revolucionarias modificaciones, producir una transformación con la que los ajedrecistas nos hemos beneficiado (Transformación ésta que hasta nuestros días no ha podido ser superada a pesar de tibios intentos en tal sentido que no han tenido éxito).

El antiguo Alferza (el Farzín de los persas, luego Firzán) del rey Alfonso X El Sabio, cambia drásticamente su condición, no ya sólo su nombre, y pasa a ser la figura de mayor fuerza y dinamismo en el jaquelado tablero. Con la Dama el juego del ajedrez da un salto cualitativo de real significado **.

Pero eso no es todo. También otra de las tímidas figuras del medioevo ajedrecístico sufre, en beneficio de este arte, una notable mutación. El Alfil que sólo podía moverse saltando en diagonal dos pasos, aunque esté ocupada esa casilla inmediata, (obviamente, podía capturar la pieza enemiga que en tal escaque se encontrara), tuvo, con el Renacimiento, todas las diagonales del tablero a su disposición. Aunque se lo privó de saltar por encima de una pieza.

Luego se sucedieron otras modificaciones inspiradas por tales revolucionarias y humanísticas ideas: el peón, relegado al más humilde de los papeles, comenzó a tener preponderante significado. No ya sólo avanzar dos pasos desde su comienzo, sino transformarse en poderosa pieza si lograba sortear las múltiples dificultades hasta llegar a la octava línea. También pudo capturar “al paso” ***.

Luego, mucho tiempo después, con nuevos cambios sociales y políticos, este soldado del ajedrez fue, con justicia, llamado “el alma del ajedrez”. Algo más tarde, el enroque ****, también aportó en la dinámica del juego dando un paso fundamental en su transformación.

En el ajedrez medieval se podía obtener la victoria de distintas maneras: dejando al Rey

enemigo sin ninguna pieza; a eso se lo denominaba “rey robado” (Lucena y Ruy López aseveraban que cuando el Rey quedaba sólo se perdía únicamente la mitad de la apuesta); las otras dos maneras de obtener el triunfo eran mediante el ahogo del rey rival o bien, como ahora, dando mate.

Estos fenómenos, que como se ha visto no eran una isla en el contexto socio cultural que la humanidad vivía, dieron por su naturaleza una nueva dimensión a la confrontación competitiva entre los hombres. Nació así, la que se considera la primera contienda trascendente del ajedrez mundial. Un enfrentamiento entre ajedrecistas de dos naciones. Ése fue el duelo entablado entre quien era considerado el mejor jugador del mundo, Ruy López de Sigura y el ajedrecista italiano Giovanni Leonardo da Cutro “il Puttino”…; pero a tal acontecimiento nos referiremos oportunamente.

 

Notas marginales

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El pensamiento humanista que animaba este gran salto cualitativo que conocemos como Renacimiento (durante los siglos XV y XVI), tuvo como idea fundamental el retorno a la antigüedad, como forma de recuperación de los clásicos; la filosofía comenzaba a ser pensada y debatida a partir del legado de los

filósofos griegos (y de la sabiduría egipcia). La religión con Lutero, como mayor referente, abogaba por el retorno a los orígenes de la iglesia. Maquiavelo pretendía la vuelta al régimen político (Polis) de las antiguas comunidades.

 

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Se lo denominó en ese entonces” El ajedrez de la Dama”, que coexistió, durante un tiempo con el medieval “Ajedrez del viejo” (El Alferza de los árabes, o medieval si se lo prefiere, sólo tenía permitido un solo paso en dirección oblicua, ya sea avanzando o retrocediendo, excepto en su inicial movida en la que podía alcanzar un tercer escaque). Esta singular circunstancia puede verse en el histórico libro de Lucena “Repetición de amores y arte de ajedrez con CL juegos de partido”, Salamanca, circa 1497. En donde se puede apreciar la existencia de problemas expuestos en ambas modalidades.

Según Zoilo R.Caputto, en el Tomo 1º de su obra El arte del ESTUDIO de ajedrez, en el libro de Lucena hay 107 juegos de partido “del viejo”, 38 problemas “de la Dama” y 5 obras indefinidas o ambiguas.Remito al lector estudioso sobre el tema de Lucena y sus circunstancias a la extraordinaria obra del prestigioso investigador e historiador español Joaquín Pérez de Arriega, que con su libro “El incunable de Lucena, primer arte de ajedrez moderno”, Ediciones Polifemo, Madrid, 1997, ha realizado un inteligente y sistemático estudio de la modalidad de juego de ese entonces poniendo en su justo contexto histórico las mismas.

 

En cuanto a la potencialidad de la Dama, cabe consignar que en Rusia la modificación del ajedrez se manifestó durante los siglos XVI y XVII; según el historiador ruso Dr. Isaac M. Linder, esta pieza adoptó aún mayor movilidad que en la Europa renacentista pues al movimiento combinado de Alfil yTorre le fue agregado el de Caballo. También en España, Lucena llega a proponer (según los escritos de Ricardo Calvo en “Lucena: La evasión en ajedrez del converso Calisto”, Perea Ediciones, 1997): “…que en la primera jugada la dama pueda actuar como dama y caballo […] Esta propuesta sin embargo desapareció sin afianzarse en la práctica posterior…”.

 

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Si bien con absoluta certeza no se sabe, al perecer la toma “al paso” nació junto al doble avance inicial del peón. Este movimiento ya se menciona en la obra de Lucena y es probable que sea producto de una de las dificultades puestas al peón para que éste se transforme en Dama.

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El enroque, en sus comienzos tuvo sus tropiezos, debido a diversas circunstancias: la realidad comunicacional de la sociedad y, por supuesto, la falta de un organismo rector que reglara respeto al juego en sí.

En Italia, cuna del Renacimiento, el enroque en el gioco degli scacchi se hacía de diversas maneras según sea la ciudad donde se lo practicara. Así vemos que el rey tanto podía mover en línea recta como la torre y también en diagonal como el alfil… pero además, según sea el lugar, como el caballo. Se enrocaba en dos tiempos y también en tres. Las primeras referencias al enroque se encuentran en la citada obra de Lucena y también en el Manuscrito de Götinga (finales del siglo XV). La versión moderna del enroque fue adoptada definitivamente en Francia en 1620 y veinte años más tarde en Inglaterra. Según Henri Delaire, en su obra “Les Échecs Modernes”, Tomo Iº, (página 31) París, 1914, la primera mención francesa sobre el enroque se encuentra en “Gargantua y Pantagruel, de Rabelais (5to. Volumen póstumo publicado en 1564). También Ruy López de Sigura en su obra original menciona al enroque en Italia.Los jugadores de ese país, en tales épocas, pusieron una importante cuota de creatividad artística y de notable ingenio. De ahí los numerosos manuscritos y libros que hablan sobre el noble juego del ajedrez que vieron la luz en Italia. Como ejemplo podemos mencionar a Horatio Gianutio Della Mantia (siglo XVI), en su obra “Libro nel qvale si trata Della maniera de giucar´a scachi”, Turín, 1597, menciona al enroque en su modalidad “libre”; también Alessandro Salvio (c.1570-c. 1640), quien abogaba por el “enroque a la napolitana” (o enroque libre), esta forma de guarecer al monarca consistía en situar la torre en el lugar del rey y a este en un lugar a elección del jugador. Salvio se enrocaba trocando los lugares respectivos del rey y la torre.

Giulio Cesare Polerio (siglo XVI), fue un defensor del enroque limitado o enroque clásico. Aunque, es justo mencionarlo, el famoso ajedrecista Gioachino Greco “el Calabrés) (c.1600-c.1634), que en un principio defendió el enroque libre, cambió de opinión y en su obra “Trattato del Nobilissimo Giuco degli Scacchi” (1619), reprueba tal enroque. Pero la influencia del Greco fue,luego de la aparición de esa obra, tan importante que en la mayoría de los países europeos se adoptará el uso del enroque limitado.

También el portugués Damiano, boticario de Odemira (siglo XVI), hizo un importante aporte con su famoso tratado: “Questo libro e da imparare giocare a scachi et dele partite”, que se dio a conocer en Roma en 1512, en sintonía con los vivificantes aires renacentistas.

 

2. SIGLO XVI,

LA ÉPOCA DE RUY LÓPEZ

 

El sacerdote y ajedrecista español Ruy López de Segura (quien según el “The Oxford Companion to Chess”, David Hooper y Kenneth Whyld, Oxford University Press, 1987, nació en Zafra, Badajoz c. 1530 y falleció c. 1580) *, es hoy universalmente más conocido por la famosa apertura que lleva su nombre, que por su importante y famosa obra “Libro de la invención liberal y arte del juego de ajedrez…”, editado en Alcalá, en casa de Andrés de Angulo, en 1561; o por su logro deportivo obtenido en Italia al haber triunfado confrontando con los mejores ajedrecistas de ese país en 1560, en ocasión de su visita a Roma, cuando al parecer cumplía una misión eclesiástica, aprovechando la misma para, tablero por medio, dirimir fuerzas con éstos. Debido a tales éxitos algunos historiadores lo mencionan como el primer campeón mundial de ajedrez, cuando lo más razonable sería decir que fue el mejor, o uno de los mejores, jugadores de esa época. También su fama proviene del que se considera el primer torneo internacional realizado. Este fue el que hizo en la Corte en Madrid y en presencia de Felipe II **, aquel rey en el que en su Imperio Global (donde nunca se ponía el Sol), ya que sus posesiones se situaban en todos los continentes.

En 1573 regresa a Roma para realizar una visita al Papa Gregorio XIII, aprovecha nuevamente la oportunidad para confrontar con varios jugadores entre los que estaba Giovanni Leonardo da Cutri "Il Puttino" ***, considerado el mejor ajedrecista del país. Para tal época a Ruy López se lo tenía como el mejor jugador ya que, además, contaba entre sus triunfos el haber vencido a los fuertes colegas Alfonso Cerón, Pedrosa y Esquivel. Pero los ajedrecistas de Italia estaban haciendo grandes progresos. Leonardo realiza en Nápoles junto a Paolo Boi un extenso entrenamiento; por ello en 1575 ambos viajan a Madrid y Leonardo da Cutri pronto reta a Ruy López a batirse mediante partidas amistosas, aunque por 50 escudos al ganador de cada una de ellas, lo que éste acepta. Se juegan tres partidas; la primera se entabla y en las dos restantes triunfa el jugador italiano. Luego Alfonso Cerón de Granada y Ruy López disputaron una partido contra Leonardo quien en solitario no pudo ser vencido. Estas noticias llegaron a la corte española produciendo admiración; es por ello que el rey Felipe II los invita para el mencionado torneo que patrocina esa monarquía. Fijado el día acuden a la corte, López fue acompañado ante el rey por un grande de España, y Leonardo por el conde Crancioni. Las condiciones, según se relatan en el excelente libro Storia degli Scacchi in Italia, de Adriano Chicco y Antonio Rosino, Marsilio Editori, Venecia, 1990, fueron que: “… el primero que venciera en tres partidas se hacía acreedor de mil escudos”. Los visitantes vencen a los hispanos Alfonso Cerón y Ruy López de Segura, en el Primer Torneo Internacional que registra la historia.

Al parecer, lo que ha llegado hasta nuestros días es el relato de Alessandro Salvio (1570-1640) que, según el Prof. Zoilo R. Caputto en el Tomo 1º de El arte del ESTUDIO de ajedrez, Ediciones Eseuve, Madrid, 1992, dice que:

Salvio asegura haber conocido los hechos a través de “varios españoles dignos de fe” y de la propia boca de Paolo Boi. Según cuenta Salvio, continúa el Prof. Caputto, “el buen rey Felipe II no pudo creer que Ruy López, su confesor, hubiera resultado perdidoso y quiso verles jugar. La gran batalla tuvo lugar entonces en el palacio, y esta vez el clérigo no sólo perdió con Leonardo, sino también con Paolo Boi. Después del torneo, el hidalgo rey recompensó a los vencedores y dio a Boi una carta de recomendación para su hermano, el rey Juan de Austria, también apasionado por el juego y protector de los ajedrecistas”. No está del todo claro, cuáles fueron los scorer finales en números (salvo el de Leonardo y López) ni tampoco el método empleado para dirimir supremacías.

Posiblemente fuera por medio de matches. Tampoco he encontrado datos respecto a si los italianos jugaron entre sí. Cosa que al perecer no aconteció. La excelente obra “Oxford Encyclopedia of Chess Games” Volumen 1, de David Levy y Kevin O´Connell, Oxford University Press, 1981 (que contiene todas – o casi todas – las partidas conocidas que abarcan los años 1485 a 1866), indica el resultado de las partidas (entendiendo que en tal Enciclopedia se han publicado los juegos oficiales del torneo de 1575), que favoreció a Leonardo da Cutri por 2 a 0. Pero en realidad, como ya se ha descripto, el vencedor sería el que ganara tres partidas y aunque había perdido las dos primeras contra Ruy López, Leonardo gana tres seguidas y se alza con la victoria. Demás está decir que Leonardo fue premiado generosamente por el rey ****.

Los datos que la historia ha registrado de diferentes autores de esa época son tan difusos e incompletos que hasta se difiere respecto al nombre de los protagonistas. Hay quienes simplemente escriben Leonardo, otros, los más prolijos quizá, Giovanni Leonardo de Cutri “Il Puttino” (El Pequeño); otros, Giovanni Leonardo di Bona, e incluso Leonardo di Bona da Cutri. También el da Cutri lo escriben como “da Cutro”; y para mayor confusión invierten el Giovanni con el Leonardo y viceversa. Ruy López menciona en su libro a Leonardo como “el muchacho de Roma”. En cuanto a Ruy López, el de Segura, lo italianizan (igual que lo hacen con el nombre de la ciudad donde nació Leonardo), mediante “de Sigura”. También puede considerarse curioso, al menos, que el autor del Libro de la invención liberal y arte del juego de ajedrez… no haya realizado en su obra ninguna mención a tal acontecimiento deportivo; por ejemplo, la reproducción de todas las partidas (salvo la que nos señala el gran historiador español Joaquín Pérez de Arriaga, autor de la extraordinaria obra “El Incunable de Lucena, Primer Arte de Ajedrez Moderno”, Ediciones Polifemo, Madrid, 1997 ***** y las condiciones del torneo, el que sin ninguna duda ha sido de gran relevancia histórica. Se puede argüir para ello que tal obra estaba referida solamente a las cuestiones intrínsecas de la teoría del juego, pero tal no sería más que una simple argumentación con poco sustento, ya que en el libro de Ruy López se realizan también consideraciones muy por fuera de la teoría del juego; las que por supuesto han sido relatadas en diversas oportunidades por más de un escriba.

¿Por que no se conocen todas las partidas de ese torneo? Sólo se sabe algunas, y fragmentadas, de Leonardo y López, pero ninguna de las disputadas por Boi y Cerón. Atribuir las “lagunas” o contradicciones históricas sólo al fenómeno del paso del tiempo, cuanto menos, es soslayar la responsabilidad que nos cabe como historiadores  respecto a dar nuestra opinión; que creo debe estar íntimamente consustanciada y contextualizada con la época que se trate. En los tiempos del reinado de Felipe II, la Inquisición cobró en España gran preponderancia política. El historiador Pierre Dominique, dice en su libro precisamente denominado “La Inquisición”, en el capítulo titulado Las hogueras del Rey Felipe que: “Felipe II y la Inquisición suenan con idéntica significación para muchos europeos…”.

No es ocioso preguntarse acaso si ese torneo, en el que Ruy López confesor (y consejero, según algunos, pues esto también esta puesto en tela de juicio) y sin duda el candidato del rey, al perder su supremacía mundial en el ajedrez pudo significar un baldón para su majestad, y que por ello la mano inquisitorial haya influido para esfumar de los registros; en fin, de los archivos de esa época muchos de los detalles de tan trascendente torneo. Por supuesto es sólo una hipótesis (y por lo tanto está fuera de lo que requiere el rigor científico; pero a partir de las hipótesis se pueden abrir puertas en torno a la búsqueda de la verdad) basada en los hechos, trágicos todos ellos, de los procederes de tal Institución eclesiástica y monárquica.

Siguen las pocas partidas conocidas entre Ruy López y Giovanni Leonardo:

Ruy López de Segura - Giovanni Leonardo da Cutri, Roma, 1560

1.e4 e5 2.Cf3 f6 3.Cxe5 fxe5 4.Dh5+ g6 5.Dxe5+ De7 6.Dxh8 Cf6 7.d4 (ver la quinta llamada, de las notas marginales, al pie de página con las interesantes consideraciones que realiza el historiador español Joaquín Pérez de Arriaga) Rf7 (Es probable que esta jugada no se haya realizado, como bien lo señala de Arriaga –ver nota al pie- o bien que la misma siguiera otro curso y concluyera con la 7ma. Jugada de las blancas) 8.Ac4+ d5 9.Axd5+ Cxd5+- Hasta aquí se conoce el desarrollo de esta partida amistosa, la que al parecer ganó Ruy López, según la Oxford Encyclopedia of Chess Games.

Giovanni Leonardo da Cutri - Ruy López de Segura, Madrid, 1575 (match)

1.e4 e5 2.Cf3 d6 3.Ac4 f5 4.d3 Ae7 5.De2 c6 6.h3 f4 7.g3 fxg3 8.fxg3 Y ahora las negras realizan el extraño y antiguo enroque saltando con su rey a la casilla "c7".

Como fuera descripto en nuestra anterior nota: 8….Rc7 (diagrama)

9.Cc3 Cf6 10.b4,…

 

En este punto se interrumpe la transcripción de la partida como es posible observar en el libro de Harry Golombek "A History of Chess", Routledge & Kegan Paul, Londres, 1976, en donde se especula con la posibilidad blanca de seguir con 11.b5 y el singular salto del rey blanco para “enrocar” mediante 12.Re1-Rg2, con ventaja blanca. Este juego es reproducido en la ya mencionada “Oxford Encyclopedia of Chess Games”, hasta el movimiento décimo de las blancas, indicando que el ganador de la partida fue Leonardo. Pero este movimiento del rey es cuestionado por los autores Adriano Chicco y Antonio Rosino, que en su Storia degli Scacchi in Italia, indican que la transcripción de esta partida no es fiel, apuntando que el octavo movimiento de las negras es Dc7 y no el “salto” del rey. De todas maneras en esos tiempos existía tal salto de rey como caballo como una manera de “enrocarse” ya que, además de esta, hay partidas que así lo indican. Por ejemplo, la de Arminio vs. Salvio en 1604 (fue una partida en consulta, aunque se ignora el resto de los consultores): 1.e4 e5 2.f4 exf4 3.d4 Dh4+ 4.g3 fxg3 y ahora el salto de rey como caballo 5.Rg2,… la partida hasta donde se sabe continuó con 5…,gxh2 6.Txh2 Dxe4+ 7.Cf3… Además he indagado, entre otros, en un libro interesante que toca detalladamente el tema del enroque en las distintas modalidades practicadas en esos tiempos: “Notas ajedrecísticas”, cuyos autores son el Dr. Amador Guerra y Jaime Baca Arus, editado en La Habana, Cuba, en 1937;  y, por supuesto, en el mismo se menciona este tipo de jugada.

 

Ruy López de Segura - Giovanni Leonardo da Cutri, Madrid, 1575, (match)

1.e4 e5 2.f4 d6 3.Ac4 c6 4.Cf3 Ag4? 5.fxe5 dxe5 6.Axf7+!+- Rxf7 7.Cxe5+ Re8 8.Dxg4 Cf6 9.De6+ De7 10.Dc8+ Dd8 11.Dxd8+ Rxd8 12.Cf7+ 1–0

 

Giovanni Leonardo da Cutri - Ruy López de Segura, Madrid, 1575 (match)

1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ac4 Ac5 4.c3 De7 5.b4 Ab6 6.a4 a6 7.Aa3 d6 8.d3 Cf6 9.De2 Ag4 10.Cbd2

 

Esta partida también es conocida hasta este punto, de acuerdo al resultado que consta en la citada Enciclopedia de Oxford, la que da como vencedor al blanco.

En nuestra próxima nota nos referiremos más en detalle a la obra fundamental de Ruy López de Segura, su libro publicado en 1561 en Alcalá de Henares titulada extensamente como se acostumbraba entonces: "Libro de la invención liberal y arte del juego del Ajedrez,…”. También si el espacio lo permite, hablaremos de Polo Boi y de Leonardo da Cutri.

Notas marginales:

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En el “Larousse del Ajedrez”, Larousse, Barcelona, 1999, se dice que en 1560 Ruy López era obispo de Segura. Pero el que fuera Obispo esta puesto en duda, por notables historiadores, que indican que no consta que este fuera Obispo y, además, que en Zafra no existía Obispado. El historiador español Dr. Julio Ganzo, en dos de sus libros dice que nació hacia 1540; estos son: “5 Siglos de Ajedrez”, Madrid, 1949; e “Historia General del Ajedrez”, Madrid, 1966, ambos editados por Ricardo Aguilera. Pero tal parece ser incorrecto, porque es poco probable que si naciera en 1540, con sólo veinte años viajara a Roma como enviado ante el Papa. Historiadores de prestigio difieren respecto a que su fecha de nacimiento fuera la de 1540; se menciona circa de 1530 y aún c. de 1525.

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Felipe II (1527-1598) fue rey de España desde el 15 de enero de 1556 hasta su muerte.

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Leonardo da Cutri (se dice) nació en di Cutro, Calabria, c.1552 y murió c.1597; según el “Dizionario Enciclopedico Degli Scacchi”, U. Mursia & C., cuyos autores son Adriano Chicco y Giorgio Porreca, Milán, 1971. Existen dudas en torno al año de nacimiento de este jugador, también se sitúa la misma c. de 1542 y su muerte  c. 1587.

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Leonardo recibió como premio mil ducados, una capa de armiño, y que su tierra natal, Cutri (Calabria) estuviera durante 20 años exenta de impuestos ya que esa ciudad formaba parte del Reino de Nápoles y por ende de los dominios de la monarquía hispánica. Felipe II envió por carta sus felicitaciones a Juan de Austria, regente en Italia.

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Con la notable erudición a que nos tiene acostumbrados Joaquín Pérez de Arriaga, en notas publicadas en el sitio en Internet del Ateneo Cáceres, nos dice que la partida disputada entre Ruy López y Giovanni Leonardo, en Roma, 1560, está descripta y analizada por Ruy López en su “Libro de la Invención Liberal y Arte del juego de Ajedrez…”, Tercera parte del libro, Capítulo 6to. Con notable criterio analítico Pérez de Arriaga, nos señala, entre otras ininteresantes cuestiones, que la partida en cuestión fue comentada por el clérigo hispano y este realiza críticas al jaque del Alfil (8.Ac4+), según puede observarse en la primera partida de la presente nota. Debido a esto es de suponer que Ruy López, no dio tal jaque y el juego siguió otro curso o bien que luego de 7.d4, su rival abandonó. Lo que está claro es que el movimiento 7mo. de las negras (Rf7), es un análisis que hace dicho jugador en su libro. Pérez de Arriaga también nos indica las críticas de Ruy López, respecto de los análisis de Damiano y destaca la importancia histórica del hecho que aquel mencione en su famoso libro: “… la referencia de su rival (Leonardo, al que Ruy López lo nombra como “el muchacho de Roma”), lugar y fecha del encuentro con sus circunstancias es enorme por ser la primera referencia que nos ha llegado de una partida del nuevo ajedrez…”.

 

3. LA OBRA DE RUY LÓPEZ

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En la nota anterior me refería a ciertas lagunas o contradicciones históricas, en torno a los sucesos que hacen a la historiografía de Ruy López de Segur a ; debo confesar que creí estar solitario, aislado como un débil peón que en su orfandad se mece como una hoja en la tormenta; esa sensación se prolongó hasta que dí, quizá por obra de la casualidad, o porque en mi memoria pervivían todavía los recuerdos de antiguas lecturas. Lo cierto es que tal sensación me condujo a releer unas notas que yacían en mis polvorientos archivos, cuya autoría pertenecía al ajedrecista e historiador Ricardo Calvo, que éste publicara en varios fascículos en la revista hispana “Jaque”, hacia fines del pasado milenio. Decía este investigador en el fascículo octavo de la mencionada publicación especializada, refiriéndose al extremeño fraile Ruy López:

“Nuestro problema es que sabemos muy poco sobre él, por más que tengamos legítimos motivos de curiosidad. Los profundizamientos sobre su personalidad y su obra son bastante escasos, y en la práctica han quedado reducidos a unos cuantos comentarios de pasada en los tratados de historia del ajedrez. No hay ningún estudio monográfico ni ningún análisis del ambiente en que se desenvolvió su quehacer ajedrecístico. […]

Lo cierto es, por tanto, que no abundan los dato contrastados sobre los que poder basarse para conocer mejor la mayoría de los detalles de la vida de Ruy López (otras ocupaciones, viajes, fecha de nacimiento y de su muerte, etc.), y otra vez, el afán historiador debe adentrarse en el confuso entorno de las especulaciones…”.

La obra de Ruy López “Libro de la Invención Liberal y Arte delJuego del Axedrez, muy vtil y provechosa assi para los que de nuevo quisieren deprender á jugarlo, como para los que lo saben jugar”, publicado en Alcalá en 1561, alcanzó justa fama en toda Europa y tuvo desde su publicación un enorme éxito, traduciéndose al italiano (Venecia, 1584), al francés (1609,1636,1674), al alemán (1616, 1647, 1722, 1749), al portugués (1647), y al inglés (1656). Además del valor intrínseco de la obra desde el punto de vista de la materia que trata, las referencias y los juicios sobre los autores clásicos * es tan amplia, que bastaría esta sola creación para incluir al zafrense en la nómina de los humanistas extremeños.

El “Libro de la invención liberal y arte del juego del ajedrez…”, escrito en castellano del siglo XVI (español áurico, medio o español de los Siglos de Oro), consta, además de su parte inicial con la extensa autorización real:

“…Por la que doy licencia y facultad para que vos y la persona que vuestro poder quiere podays imprimir el dicho libro que de suyo se hace mencion, y que para por tiempo de diez años primeros siguientes, que corren y se cuentan

desde el dia de la data de esta cédula en adelante podays imprimir y vender dicho libro…”.

También la cédula real indica que se debe vender el libro a cinco blancas **  cada pliego de molde de dicha impresión.

En el mencionado inicio de la obra vemos una Epístola nuncupatoria del autor, que ocupa cinco páginas, dirigida al muy Ilustre Señor don García de Toledo, ayo y mayordomo mayor del Serenisimo Principe don Carlos nuestro Señor. En esta, plagada de citas en latín, además de disculparse por posibles errores, sin duda busca la protección principesca ante posibles impugnaciones inquisitoriales; dice Ruy López, entre otras cosas interesantes:

“Si alguno le pareciere que en este libro no he dicho todo lo que se podía decir, no se debe maravillar por ello, ni culparme sino hubiere algún notable error. Y aún a que los haya me debe sobrellevar; porque en las cosas largas no pueden los hombres ir tan circunspectos como en las breves…”.

Y más adelante, luego de una cita latina, prosigue:“…Quiere decir que el espíritu de la envidia ahoga todo bien. Por tanto los que algunas obras componen, las suelen dedicar a varones, cuya autoridad los vindique de los envidiosos detractores…”.

El libro continúa con un largo “Advertimiento de las enmiendas que en este libro se contienen”. Dicha fe de erratas, que por lo general los libros modernos esconden en las últimas páginas y con pequeña tipografía, en este ocupa ocho páginas y se encuentra precediendo al Capítulo Primero.

Ese Capítulo, en el que comienza en realidad las tres partes principales en que se compone la obra de Ruy López, dice: “En que se tracta, el juego del axedrez ser juego de ciencia, é invención methematica […] compuesta por muchas cosas. La primera, porque él está fundado sobre dos artes liberales, conviene saber, Geometría y Arithmetica: porque es notorio estar compuesto sobre un lado de superficie cuadrada y plana, y perfeccionado con numero de ocho, que es numero pleno, segun que es notorio a todos los que algo saben: el cual multiplicado en si mismo cria una multiplicación, é numero de sessenta y cuatro. Assi que imaginada una superficie plana, y cuadrada: y enella puestas, y dadas ocho líneas iguales en longitud y latitud: y en cada una destas lineas puestos ocho puntos, como casas, yguales en todo…” (N. de R.). Siglos antes de que se empleara en la notación ajedrecística el sistema algebraico, que en realidad es de coordenadas, Ruy López ya estaba dando una pauta del mismo al hablar de las líneas y las coordenadas (Longitud y latitud) del tablero de ajedrez. También el autor, entre otras cosas, pone énfasis, en más de una oportunidad, en el carácter científico del noble juego; aunque igualmente en varias ocasiones se refiere a él como arte. “…porque para conseguir bien, y perfectamente esta arte, se requieren todas las cosas, que para las otras artes liberales: y aun mas comuladamente, conviene saber, ingenio, memoria, fuerza de imaginación, ejercicio, y afficion…”.

La primera parte del Libro de la invención liberal y arte del juego de axedrez…” es en realidad muy interesante, no ya sólo desde lo ajedrecístico en sí, sino también desde la comprensión filosófica e histórica de esos tiempos. Los puntos de comparación historiográficos son de real valía en función de una cosmovisión que sólo puede poseer bases y fundamentos sólidos si se referencia en una perspectiva prospectiva que sólo es posible ahondando en los procesos históricos y sus consecuencias futuras.  Ruy López, sin duda imbuido de tal humanismo renacentista, toca repetidamente en su obra aspectos filosóficos, históricos, militares y hasta nos habla del mítico Palamedes supuesto inventor del ajedrez durante el sitio de Troya y del no menos mítico filosofo Xerxes. Del primero refiere lo siguiente:

“… Otros varones de mayor autoridad afirman aver sido inventado por Palamedes Griego, estando sobre Troya, que fue varon industrioso, e inventó muchas cosas. Y Servio, comentador de Virgilio dize aver inventado la tabla lusoria, que por otro nombre se llama latruncularia, de los trebejos, que como adelante diremos, se llaman de los Romanos latrunculos. Y en esta tabla lusoria se jugava al axedrez… (Es interesante recordar que el gran historiador español José Brunet y Bellet en su libro “El Ajedrez investigaciones sobre su origen”, Barcelona, 1890, nos habla del Ludus Latrunculorum, al que asemeja con el Petteia, un derivado del primitivo Tridión o tres en raya ***)…. En el Capítulo IV, continúa refiriéndose a Palamedes: “…Si seguimos la opinión aver sido Palamedes inventor: notorio es averse inventado enel tiempo dela guerra Troiana: y sobre el cerco de Troia, para que los saldados enel tiempo de las treguas, no se ocupasen en ejercicios viciosos, sino siempre estuuiessen intentos en las cosas de la milicia […]. Pero si seguimos la otra (hipótesis), de haver sido Xerxes inventor, conviene a saber, que fue inventado en la ciudad de Babylonia en el tiempo que reynava enella Amilino: y por cognomento Evilmerodach hijo de Nabucodonosor. 34.000 años después de la creación del mundo: y, 560 años antes dela venida de Christo salvador nuestro mundo: y, 600 años después dela destruycion de Troya. Y, 192 años después de la fundacion de Roma, reynando en Roma Servio Tulio sexto rey de Roma, en el año, 20 de su reynado: porque reyno 34 años. En la olimpiada 54, 235 años antes de Alejandro Magno….”. Y continúa en el Capítulo quinto: “En que se declara la causa de la invencion deste juego. Siguiendo al parecer que Xerxes fue inventor: se dize aver sido inventado por tres causas. La primera y principal, por querer por esta invencion corregir al rey Amilino Evilmerodach de sus crueldades, y mal vivir: y satisfacer al pueblo Babylonico, que se lo avia prometido…”.

En esta primera parte del libro da recomendaciones prácticas, para luego entrar en una larga lista de 36 puntos con consejos y fundamentos, el primero de los cuales comienza por el famoso “consejo”: “…que cuando se pone a jugar si fuera de dia claro, y al sol, procure que el enemigo tenga el sol de cara, porque lo ciegue: y si fuera oscuro, y se jugare con lumbre, hacer que la tenga a la mano derecha; porque le perturbe la vista, y la mano derecha que trae por el tablero, le haga sombra, de modo que no vea bien donde juega las piezas. Porque como este juego es invención bélica, como dexamos declarado, conviene buscar mas las ventajas que se pudiere…”. Pero contradiciendo esta singular ética en el segundo item dice: “Que todo aquel que quisiere bien jugar y vencer a su adversario, procure ordenar su juego de tal manera, que pretenda vencer al contrario por fuerza y no por error o ceguera…”. Luego continúa con lo que él denomina las leyes del juego.

La Segunda parte está dedicada íntegramente a la faz inicial del juego y sobre las propuesta teóricas de Damiano. Es en esta estancia en donde hace las más duras críticas a Damian, según lo nombra Ruy López. La última parte del libro trata en 15 capítulos las aperturas en donde se concede ventaja al rival, ya sea ventaja en tiempos (dos manos de ventaja) o ventaja material, por lo general peón o un caballo.

Una de las variantes de apertura que considera es la que hoy lleva su nombre y que sin duda lo inmortalizó; esta es la Apertura Ruy López, también llamada Española: 1.e4 e5 2.Cf3 Cc6 3.Ab5,… Para mejor ilustración es conveniente señalar que en el libro emplea el sistema descriptivo antiguo, es decir que no usa como se hizo muchos años después la inicial de

la pieza, el número de la casilla y menos aún la numeración correlativa de las jugadas. Con su línea lo hace de la siguiente manera en el Capítulo X de la anteúltima parte del libro:“L VG. El blan. el peon del rey quanto va. Si el neg. jug. El peón del rey cuanto va (también en ocasiones usa el “si jug. Lo mesmo”): el blan. Jug. el cava. del rey a la 3 de su arfil sobre el peon. Si el neg. Lo guardara juga. El cava de la dama ala 3 del arfil: el blan. Juga el arfil del rey a la. 4. del cavallo de la dama contraria sobre el dicho cavallo…” A veces el “cuanto va”, refiriéndose al movimiento del peón, es reemplazado por el “cuanto puede andar”; que en verdad es lo mismo. Obviamente es el movimiento del peón al cuarto escaque. Como es de observar el sistema usado en el siglo XVI era extremadamente farragoso y al no estar numeradas las jugadas se hacía más difícil seguir el desarrollo de la partida. Es claro que los demás tratados adolecían de tal dificultas. Consultando el de Lucena, publicado en Salamanca en 1497, podemos ver, con cierto matices por supuesto, que no difiere demasiado en el método de notación usado, si bien Lucena en su “Repetición de amores e arte de axedrez con CL juegos de partido”, trata preferencialmente problemas.

Es claro que si hoy se empleara tal sistema descriptivo para reproducir una partida con cuarenta movimientos se necesitaría un extenso espacio en la bibliografía sobre el tema. También en esta obra el autor analiza el complejo final, para tal época, de alfil y torre contra torre. Si bien es cierto que lo hace conceptualmente y no empíri camente. Pero sin duda fue un adelantado ya que recién 188 años antes que François-André Danican Philidor (1726-1795) consideró tal final de partida.

Es claro que el clérigo español lo hace también con otro tipo de finales, como el de rey y peón contra rey o el de torre y caballo contra torre, etc. En todos emplea el mismo concepto analítico mencionado.

 

Notas Marginales:

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En el libro de Ruy López podemos ver citados en algunos casos numerosas veces a Pitágoras, Platón, Aristóteles, Séneca, Virgilio, Quintiliano, Valerio Máximo, Cicerón,

Xenofontes, San Lucas, San Juan, Horacio, Plinio, Virgilio, y numerosas veces al  tratadista militar del Imperio Romano, Vegecio (Favius Renatus Vegetius, autor de un manual de ciencia militar Epitoma rei militaris, o también conocido como “De re militari”, del Siglo IV, que se refería a las técnicas de guerra de los ejércitos romanos) en él, Ruy López que se referencia en sus consideraciones estratégicas para sus analogías sobre el juego del ajedrez. Por supuesto que también menciona infinidad de veces a Damiano (o Damian como él lo menciona en su obra), pero por una distinta cuestión, como se verá en el curso de estas notas, que la propiamente filosófica y humanística. Cabe señalar que este autor y ajedrecista, que al parecer poseía una sólida concepción humanista, propia de los procesos de cambio que estábanse produciendo en el mundo merced al Renacimiento, también es responsable del libro “Grammaticae instituciones”, que lo firma como Rodrigo López á Sigura, en Lisboa en el año 1563; obra esta que dedicara al Excellentissimo Domino Sebastián, rey de Portugal.

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Blanca era una moneda castellana de vellón (aleación de plata y cobre) de origen medieval y utilizada durante

todo el Antiguo Régimen, que valía medio Maravedí (el Maravedí fue una moneda española medieval, los primeros acuñados fueron en oro, durante los reinados de Fernando de León y Alfonso VIII de Castilla, pero las diversas devaluaciones que sufrió con el tiempo la convirtió en moneda de vellón en la época de los Reyes Católicos. En las décadas centrales del siglo XIV se abandonó el uso del Maravedí como moneda con existencia física. Sin embargo, se continuó empleando el Maravedí como moneda de cuenta, para hacer las conversiones entre las diversas monedas en uso). Las acuñadas en el reinado de Felipe II de España fueron aún con menos contenido de plata. En los reinados posteriores no se volvieron a emitir. Se denominaba así por el color blanco que adquiría por una operación de blanqueo especial tras su acuñación, que las hacía asemejarse a la plata. Era de tan poco valor que "no tener ni blanca" o "estar sin blanca”, popularmente significaba "no tener dinero" o "ser pobre".

 

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Recientemente la obra de José Brunet y ellet (1818-1905), ha sido reproducida en España

de su edición original de 1890. Este hecho es significativo y reivindicativo para la cultura en general y para la ajedrecística en particular, ya que el extraordinario trabajo del notable investigador catalán ha permanecido prácticamente ignorado. En él refuta con abrumadores argumentos la tesis inglesa

sobre el origen indio del ajedrez. Es, sin duda, muy sugestivo que ese notable libro haya estado por más de cien años prácticamente enclaustrado en las bibliotecas particulares y especializadas. ¿Habrá sido esto por el hecho de contradecir la particular visión británica?

 

N. de R.

 

En el texto reproducido de la obra de Ruy López, destacado en bastardilla, he respetado en lo posible la redacción original del libro, su grafía. Por ejemplo se nota la ausencia de acentos (tildes), sea con valor diacrítico o fonético, que por supuesto no he utilizado respetando el texto original, pues en esa época no existía el empleo de la tilde en los textos.